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martes, 30 de junio de 2009

Día

Hoy tengo un día
muy ocupado:
primero llevo a mi mujer al médico,
a la vuelta corrijo
unos exámenes,
como con los compañeros.
Ya a la tarde leo un par de cositas
para poder completar una nota
y así acabar el trabajo que debo.
Quizas entremedias pueda escribir
algún que otro verso,
ojear poemas
o escuchar la brisa.
En algún momento me he de pasar
por el supermercado
y por el panadero.
Como estará
bueno,
fuera cenaremos.
Y además, por extraño que parezca,
en algún momento
de este día tan ocupado
me habré
muerto y todo será
fútil y, a la vez, eterno.

viernes, 12 de junio de 2009

Tiempo

La brisa entre las hojas,
en el rostro la luz,
suave, dulce, amorosa;
hierba bajo la espalda,
fulgores de una cruz
y un temblor en el centro.
Ahora, en este instante, soy eterno.
Mi tiempo no es el tiempo que nos roba;
mi tiempo no es el tiempo que deshace
vidas, montañas, altas esperanzas.
Ahora tan solo mío es el tiempo.
Si pudiera vivir en este instante,
concentrar en él todo lo que fue,
sentir en él todo lo que está siendo,
saber en él todo lo que será;
si tal cosa fuera posible hacer...
yo no sería yo,
sería un dios menor,
condenado al infierno;
no por un Dios mayor,
sino por ese tiempo
al que vencer pretendo.

jueves, 4 de junio de 2009

Europa



Oíd hoy mi lamento mirando
a Europa, nuestra triste heredad.
Un regalo de quienes vivieron;
de quienes penaron y murieron
sin disfrutar la hartura y la paz;
de quienes los bosques roturaron,
y los campos de trigo sembraron.
De quienes a la mar se lanzaron
para playas lejanas pisar.
De quienes su alma al diablo entregaron
por robar, violar, asesinar;
de quienes de sangre coronaron
un nauseabundo imperio mundial;
de quienes quemaron y aplastaron
para el hambre a sus hijos quitar.
De quienes las minas horadaron
y los altos hornos encendieron
en valles azules, verdes... negros.
De todos ellos hemos heredado
un trozo de esta roca que da vueltas
y más vueltas en torno al rey solar;
un fragmento de un mundo desdichado
donde ni hambre ni sed hemos sufrido
aquéllos que sin mérito hemos visto
la primera luz en este lugar.
Hay tantos que golpean nuestras puertas;
hay tanta miseria, dolor, violencia
hay tanto desgarro en tantos lugares
que resulta difícil soportar
el peso y la responsabilidad.
Son tantos los que nos miran con ira,
fieros y desafiantes, implorantes.
Son tantos los que nos dicen: "moveros".
Son tantos los que aguardan el momento
en el que al fin demos un paso más.
Son tantos los que penden del final
de nuestra molicie y comodidad
que me espanta pensar
lo que yo pensaría
si al norte viera el Mar.