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miércoles, 27 de octubre de 2010

Batalla

El campo de batalla
desierto va quedando;
brilla el sol de la tarde
sobre la hierba
y los escudos
maltrechos;
la brisa entre los árboles cercanos.
Ni tú ni yo
hemos sobrevivido
a la batalla
inexistente.

8 comentarios:

Jose Zúñiga dijo...

Parece que nos hubiéramos puesto de acuerdo: la guerra y el amor en paralelo. Lo peor de este poema qus que ni la batalla haya existido.
Abrazo

Alejandra Díaz dijo...

Rafael, siempre tienes el exquisito tino de que tus versos me ajusten como un hermoso vestido...
Bxos cv

Rafael Arenas García dijo...

Hola Jose; sí, si le quitas la última palabra el resto no tiene sentido. Es de estas cosas que se te ocurren en el duermevela no sabes muy bien por qué. Abrazos.

Rafael Arenas García dijo...

Querida Alejandra, gracias. Es muy agradable lo que dices. Me anima mucho. Besos, amiga.

Meri Pas Blanquer dijo...

Difícil sobrevivir a las no batallas, siempre es mejor ser perdedor en campos minados y en guerras cruentas.
Aunque si los escudos están maltrechos es que algo hubo me parece a mí.

Un placer Rafael.

Anónimo dijo...

el sentido para mi estriba en que a veces son mas àrduas y desgastantes las batallas personales que se libran en los silencios...las del campo idem...

abrazos

Rosa María dijo...

Batallas similares han trotado el Quijote y Pancho, en las cuales los fantasmas bullian para tomar formas en la libertad de esperanza. Me gustó el poema.
Un saludiño

Rafael Arenas García dijo...

¡Gracias Rosa Maria! Besos.